miércoles, 6 de junio de 2012

Crisis del 2008

El shock de origen de la crisis mundial se encuentra en la concesión de las llamadas hipotecas subprime, un tipo de hipotecas que aparecieron en Estados Unidos,tuvieron su momento de mayor auge en el año 2005.  Estas hipotecas se caracterizaban por ser concedidas por bancos y entidades financieras a personas que no podían garantizar la devolución del dinero prestado, corriendo de esta manera los bancos un gran riesgo de impago. El marco ideal para que se desarrollasen estas hipotecas era un marco donde los tipos de interés fueran bajos, porque si los tipos de interés subían se dispararía la morosidad. 
Tras los atentados de 11-S, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió bajar los tipos de interés significativamente por temor a una crisis. Lo que pretendía era fomentar el consumo y facilitar la inversión, ante la desconfianza de la población y el pesimismo generalizado. Pero esto lo que hizo fue crear una burbuja inmobiliaria y desarrollar un marco ideal para que las hipotecas subprime proliferaran. Mediante la concesión de estas hipotecas se quería lograr que el índice de hogares en propiedad del ciudadano estadounidense aumentara. Los bancos obtenían el beneficio de entregar estas hipotecas a través de unos intereses más altos que las hipotecas ‘normales’ a causa de la baja solvencia económica de las personas que pedían la hipoteca.

Los bajos tipos de interés hicieron que la burbuja inmobiliaria creciera y que los precios de las casas se desorbitaran, teniendo un valor económico muy por encima de su valor real. De tal forma que los bancos y entidades financieras concedían hipotecas por encima del valor real de la vivienda. Esta situación estaba sostenida en que el precio de la vivienda siempre subiría. Cuando se creó la burbuja inmobiliaria el empleo crecía en Estados Unidos y existía un mercado de trabajo muy dinámico, por lo que la población que se había hipotecado con las hipotecas subprime podía devolver el dinero prestado sin ninguna complicación, teniendo aún mejor solvencia a causa del dinero ‘extra’ que los bancos les habían concedido. Pero este dinero ‘extra’ fue empleado por lo general para la compra de vehículos, vacaciones, etc. No conocían el riesgo de que algo pudiera salir mal y por lo tanto el problema de devolver el dinero prestado sería bastante grande.

En 2004 la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés, en parte para corregir la alta inflación que sufría el país, y en apenas dos años –julio de 2004 a julio de 2006– pasaron de un 1% a un 5,25%, lo que provocó un incremento espectacular de la morosidad.

Los bancos estadounidenses llegaron a un punto en el que no tenían más dinero a causa de la cantidad de hipotecas concedidas y también por el alto nivel de impagos, y tomaron la decisión de vender todas las hipotecas a inversores de todo el mundo para poder financiarse. Esto no les fue difícil lograrlo en un mundo tan globalizado financieramente como el actual.

Pero dado que sería difícil encontrar inversores que invirtiesen en estas hipotecas de tan alto riesgo, lo que hicieron los bancos fue buscar una herramienta financiera que minimizase aparentemente el riesgo. Lo que se hizo fue hacer ‘paquetes’ de hipotecas donde se mezclaban hipotecas de alto riesgo con hipotecas de riesgo medio y bajo, y vendérselas a inversores de todo el mundo, bajo el nombre de ‘Collateralized Debt Obligation’ -CDO-.

En este punto, entraron en juego las Agencias calificadoras de riesgo, cuya labor consistía básicamente en analizar y dar información a los inversores a cerca del riesgo de las inversiones. Estas agencias calificaban las inversiones mediante la siguiente escala de riesgo: AAA, AA, A, BBB, BB, B, CCC, CC, C, DDD, DD, D; donde la triple A representaban las inversiones más seguras, mientras que las D representaban un tremendo riesgo. Los cuatro primeros tipos de inversiones –AAA, AA, A y BBB- correspondían a inversiones seguras no especulativas, mientras que el resto son inversiones especulativas y en las cuales se incluían las hipotecas subprime. Las Agencias calificadoras de riesgo cometieron la negligencia de calificar las CDO como inversiones no especulativas.

Las inversiones al parecer seguras fueron compradas por inversores de todo el mundo, con lo que el sistema financiero mundial se contaminó. Al vender estas hipotecas los bancos estadounidenses dieron por supuesto que el precio de la vivienda siempre subiría. Pero a partir del año 2007 ocurrió todo lo contrario, la vivienda dejó de crecer y su valor empezó a disminuir estrepitosamente. Por otro lado las familias también vieron disminuir sus activos y el valor de sus inversiones, las cuales habían adquirido en forma de fondos de inversión a través de entidades financieras que más tarde se vieron contaminadas.

Una de las principales consecuencias de esta crisis es la desconfianza que se generó entre los bancos a la hora de prestarse dinero entre ellos y a la vez prestar dinero a las familias, empresas, etc.; ante la duda de qué entidades estaban contaminadas y cuáles no. En Estados Unidos el gobierno, ante tal situación de inestabilidad financiera y económica, tuvo que tomar la decisión de asumir la propiedad de aquellos activos ‘tóxicos’ para proceder a su depuración y salvar así al sector de la banca a través de ayudas financieras de estímulo económico inyectando liquidez. El Tesoro de Estados Unidos elaboró planes de rescate para tranquilizar el mundo financiero y asegurar el mercado y el préstamo interbancario. La producción nacional ha caído en la mayor parte de los países avanzados, provocando que numerosas empresas y compañías se vieran obligados a cerrar tras encontrarse en una situación de falta de liquidez.
Un sector que se ha visto afectado con bastante intensidad ha sido el de la construcción a causa del descontrol inicial en ambas crisis, la incorrecta regulación, y la sobrevaloración de la vivienda. Cuando hablamos de crisis debemos también hablar de crisis industrial.

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